Voy a comenzar este texto a lo cubano, como se merece después de 21 años viviendo en Miami...
Caballero, no nos digamos mentiras, el uso de la máscara tiene un lado flaco. Y no me malinterpreten, la máscara es esencial para la protección de todos, no hay duda, pero en mi opinión tiene tres puntos negativos.
El primero y más evidente es que no se puede respirar. Así de sencillo y sin más explicación; es sofocante. O inténtelo en un calor de 32 grados centígrados por más de una hora. Me le quitó el sombrero (o la máscara), a todas las personas que trabajan 8, 9, 10 horas bajo el sol infernal con el tapabocas puesto.
Lo segundo y menos perceptible es que no se puede oír bien...¿¿¿QUE???..,Que no se puede oír es nada...¿¿¿QUE QUEEEEE???...que mientras nos ahogamos con el poco aire que recibimos tenemos que gritarnos los unos a los otros para poder medio entendernos.
Lo tercero y último que aplica solo a los que usamos lentes, es que no se puede ver bien, punto. ¿Ya salió de su casa con la humedad a 80% y no pudo avanzar más de dos pasos? Esa relación entre máscara y gafas no funcionó, no se dió, no cuajó. Los lentes se empañan en el intento fallido de respirar, así que yo he optado por no ponérmelos porque de igual manera no veo y por lo menos me evito el ridículo de estar con máscara y gafa empañada...como para encontrarme a alguien en el supermercado y que además intente saludarlo, gritando como una loca, para que ni me escuche...
Así que en conclusión, la máscara si es vital para protegernos del COVID, (o como dice mi sobrino de seis años, “the sickness” - próxima película de terror), pero seamos francos caballero: ni podemos respirar, ni podemos ver, ni podemos oír un carajo...
Grave asunto.